domingo, 23 de noviembre de 2014

Las cosas están así



A veces las cosas se rompen. Cosas que funcionaban muy bien por un lado y que eran un asco por otro. No he hablado de esto y hace dos años que lo arrastro.
Bien, bueno, ya está. Estoy en un vips con una camarera terrible que me olvida y gente hablando como si se acabara el mundo.

He quemado todos los puentes y ahora me toca construir algo.
Pero cuanto más tiempo paso en esta isla, más me acostumbro a cómo es.

Cómo no, las fantasías se cuelan por cualquier grieta, y me seducen y me intoxican y me quieren llevar a pasar las vacaciones a su piso de nueva york o a su apartamento luminoso que jamás se ensucia. Me quieren llevar a un lugar donde todo es fácil de nuevo. Es difícil no pasar mucho tiempo allí, son como las sirenas, y como cantan dentro no me puedo tapar los oídos.

Esto de ahora no es lo mismo. Es indiscutible. Me dejan una libertad con la que no puedo lidiar. No me quieren. Soy una especie de inversión, pero noto cómo se cuestionan si es tal, y como no pierden nada por el camino, siguen con la apuesta sobre la mesa. A veces parece que les oigo pensar si este es o no el final.

O quizá es el rumor de mi propia cabeza.

He pensado demasiado en esto. Es una vergüenza.
Canciones perezosas, deshermanadas, desperdigadas, salvajes como niños sucios, que no quieren nada.

Mierda ya con la psicología barata. Déjenme no sonreír, por favor. Estoy ya hasta la coronilla de fingir que todo va bien. Que me apetece hacer esto, porque no me apetece ni esto subir la cuesta que tengo que subir por pasados acontecimientos. Las cosas eran mejores antes y me niego a ser una nostálgica, pero no sé cómo volverlas a arreglar.

Haz algo ya, coño. HAZ ALGO.
HAZ ALGO Y CÁLLATE.




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